¿Quién no desea toda la
felicidad del mundo a los que se casan y emprenden una nueva etapa
de la vida para formar una nueva familia?
Sin embargo, sabemos que el número de fracasos y separaciones hoy en
día es muy elevado. ¿A qué se debe esto?
¿Es cuestión de suerte? ¿Se trata de encontrar la persona ideal que se ajuste
perfectamente a mí de cara a llevarnos bien? Sería bueno analizar lo que está
ocurriendo a fin de no tener que renunciar a esta felicidad que todos anhelamos
y que, en el fondo, tenemos derecho a
tener, nosotros y nuestro hijos.
Pensamos que podríamos
empezar, muy convencidos, diciendo:
SÍ, ES POSIBLE QUERERSE MUCHO Y
AUMENTAR ESE AMOR.
No sé qué nos ocurre a las
personas que lo que vemos natural en muchas realidades de la vida, no lo vemos tanto en el campo de
la relación padre-madre.
Por ejemplo:
¿Quién consigue sacar unas oposiciones sin esfuerzo? ¿No será más bien
apretando el horario, para compaginar
nuestra vida habitual de trabajo, familia… con esas horas de estudio que
tanto se necesitan?
¿Quién consigue adelgazar sin
privarse de muchas cosas que le apetecerían comer? ¡Ay! Que le digan a los que tienen buen apetito que no
cuesta ese dominio…
¿Quién, simplemente, vuelve
de comprar con el carro lleno y tiene el mismo dinero o
más que cuando salió de casa? Las cosas
tienen su precio y hay que pagarlo. Lo más natural del mundo.
¿Quién mantiene la limpieza y el orden de su casa por el mero hecho de
que lo hizo una vez en su vida? Sería gracioso que el personal de limpieza de
un colegio dijera: “¿Será posible? No sé que pasa, ayer limpié los baños y mira… sucios otra vez…”
¿Quién va a recoger cosecha en un campo que no hemos sembrado ni
cuidado? ¡Ojalá fuera tan fácil!
Y así
podríamos seguir y seguir…. pues nada en la vida se consigue sin esfuerzo.
Igual que
sería absurdo que un mal estudiante se sorprendiera de no sacar un 10 en el
examen, es que queramos sacar sobresaliente
en “familia feliz” sin dar de uno mismo y sin haber cuidado el
amor entre los dos.
¿CÓMO CUIDAR EL AMOR ENTRE LOS DOS?
1. VALORAR
LAS DIFERENCIAS.
2. DIALOGAR.
3. CUIDAR
DETALLES.
4. VIGILAR
EL INDIVIDUALISMO.
1. VALORAR LAS DIFERENCIAS
Todos sabemos que las psicologías
del hombre y la mujer son distintas. ¿Cuál es mejor? Sería muy atrevido decir
cada uno que la suya. Ninguna superior y
ninguna inferior. Simplemente diferentes. Ambas se complementan y enriquecen.
En general, el hombre es más decidido,
de ideas generales; la mujer más
insegura, intuitiva, más detallista. El hombre más estable, más franco pero más
frío; la mujer más voluble, con más
dobleces, pero más cercana. La manera de demostrar la afectividad es distinta, pero ambas necesarias.
Además de estas diferencias ligadas a la
naturaleza hombre y mujer, tenemos las
diferencias personales propias de cada uno. Somos seres únicos e irrepetibles,
con nuestra personalidad y temperamento; también somos frutos de una cultura,
educación y costumbres recibidas.
Todas estas diferencias ¿son un inconveniente o una ventaja? Depende:
si se respetan y valoran una ventaja, si
no un inconveniente.
¿Qué pasa cuando uno piensa que la forma de actuar o pensar del otro no
es correcta?
Antes de
embarcarse a una empresa tan trascendente, como es formar una familia, hemos
de conocernos mutuamente y saber si, dadas nuestras formas de ser o pensar,
será viable tal proyecto, ya que de ello depende nuestra felicidad y la de los
hijos. En realidad, ése es el objetivo del noviazgo.
Si después de
este paso, bien hecho, surgen problemas
y diferencias, como es totalmente natural, ha llegado el momento de practicar
el arte de dialogar.
2. DIALOGAR
Con frecuencia ocurre que, ante
una desavenencia protestamos o nos
callamos molestos. Esto sucede porque de antemano queremos que se haga lo que
yo digo o pienso, sin pensar que quizás sea igual de válido o mejor lo que el
otro propone. Esto nos lleva a adoptar una actitud de ataque y defensa, que
provoca en el otro la misma actitud. Ya tenemos la batalla declarada: a ver
quien gana.
Al diálogo sólo deberíamos ir
buscando la verdad, es decir, buscando la mejor solución. Si vamos a ver si
convenzo al otro, ya hay un interés y un apego a mi forma de ver, con la que yo
mismo me podría cegar. Esto es lo que observamos en los políticos y no nos
gusta.
Nos hace falta una mentalidad abierta y respetuosa. Una
vez tomada una decisión, ya no es de uno u otro, es conjunta. En ese caso no
caben los reproches si posteriormente descubrimos que no dio el resultado
esperado.
Es vital que los padres procuren todos los días un rato de
comunicación para hablar de tantas vivencias e impresiones que conviene
compartir. El diálogo mantiene la unión; el silencio mantenido es el inicio de
vidas separadas que nos puede hacer mucho daño.
Seamos valientes, luchemos por el
diálogo.
3. CUIDAR DETALLES.
El amor es una flor delicada que
necesita cuidados. Una orquídea, por
ejemplo, necesita su grado de calor, humedad… ¡Cuánto más una persona!
Seamos amables ¡qué bien se vive al lado de una persona amable! De
igual manera ¡qué mal se vive al lado de un antipático o egoísta! Luchemos por
ser amables. La terminación “ble” indica que algo se puede; por ejemplo:
transportable, que se puede transportar; lavable, que se puede lavar… Amable,
que se puede amar… Comportémonos de manera que sea fácil que nos quieran.
Enumeramos algunas ideas:
- Hablar con calma y respeto.
- Esperar el momento oportuno.
- Ayudar en la casa, con los hijos, sin medida,
los dos.
- Preguntar cómo le ha ido el día y acordarnos de
sus inquietudes.
- Saber esperar ante un fallo del otro, dar un
margen amplio, todos somos humanos.
- Procurar dar gusto al otro, tenerlo en cuenta.
-Procurar descanso al otro, aunque suponga
cargarme un poquito más. Experimentar que gratifica más dar que recibir.
4. EL INDIVIDUALISMO
Precisamente es el mayor peligro
contra el amor. El egoísmo, como ya hemos dicho en otras ocasiones, es un
espejismo que se paga caro. Si uno empieza a “tirar para su parte” provoca
que en el otro nazca la desconfianza. Y
esto destruye el amor.
Lo que hace sólido el amor es
tener la certeza de que el otro busca tu bien y te quiere, y eso se demuestra
con los detalles cotidianos que comentábamos antes: te sabe comprender, te
valora, respeta, anima, acompaña , ayuda… incluso a costa de renunciar a sus
gustos personales. La verdadera garantía del amor está precisamente en ese dar
sin esperar recibir. Ganémos la confianza y el amor del otro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario