martes, 11 de marzo de 2014

EDUCAR LA PUNTUALIDAD Y LA ORGANIZACIÓN DEL TIEMPO


LA PUNTUALIDAD:

Esta cualidad parece pequeña, pero es importante para la vida diaria y para cualquier tipo de convivencia con los demás, ya que la puntualidad es la que posibilita la coordinación de las actividades de los distintos miembros de la sociedad. Ser puntual significa, por ello, ser responsable, así como respetuoso y considerado con el tiempo de las demás personas. Si remarcamos este último aspecto, podemos hacer que la puntualidad no resulte  una consecuencia fría  de nuestra sociedad, marcada por un reloj, sino que la convertimos en un valor que posibilita el encuentro con las otras personas, considerándolas tan importantes que no debo hacerlas esperar.

La falta de puntualidad puede tener distintas causas: falta de organización, ligada frecuentemente a pretender realizar más de lo que se puede en un tiempo dado o a haber empezado tarde una actividad; falta de dominio para cortar con la actividad en curso y también, aunque sea inconsciente, un cierto grado de egoísmo que me hace considerar mis tareas o actividades más importantes que las del otro, que puede esperar.

En el mundo que nos toca vivir, nos guste o no, no nos queda más remedio que usar un buen reloj y vivir con un horario, a veces, bastante apretado. Nuestros hijos heredarán esta sociedad. Por ello sería una buena costumbre poner la puntualidad como una de las bases de nuestra vida. Si queremos que los niños la aprendan, y sin estrés, hemos de vivir en casa de manera que la facilitemos:

-Calculemos el tiempo necesario para llegar puntuales, seamos realistas: calculemos tiempo de  niño, no de adultos, a veces pedimos imposibles. Apremiar luego sería injusto y contraproducente.

- No nos distraigamos (los padres) con cualquier curiosidad o antojo que no proceda en ese momento, seguro que luego nos tocará correr y ponernos nerviosos. Sin embargo, nos sienta fatal sorprenderles a ellos jugueteando cuando es hora de espabilar (y eso que son niños).

-Pensar que la cantidad de actividad correcta que debemos pretender es aquella que me permite hacerlas todas bien y con tranquilidad. Las personas somos personas (¡qué bonito!), no máquinas ¿para qué queremos hacer más? ¿lo habéis pensado alguna vez?  El rendimiento máximo que hemos de buscar para nuestra realización  será incorrecto y altamente dañino si “excedemos los límites de velocidad”.

Algunas ideas para salir puntuales para ir al cole:

 -Acostarse pronto. Si queremos que se levanten descansados y algo “más ligeros”, debemos asegurar que no les falten las horas de sueño conveniente. Un niño de 10 años aún debe dormir 10 horas; con 12 años, 9 horas.

 -  Si son niños problemáticos en este punto, levantarse calculando el tiempo necesario y 10 minutos más. Cuando son muy pequeños estos 10 minutos pueden servirnos para cuando se han puesto muy rebeldes y se niegan a vestirse o desayunar, entonces podemos hacer el teatro de que nos vamos y él se queda, así aún le dará tiempo para pensárselo y reaccionar. Si nos sobran ¡qué felicidad sentarse y leer con ellos o hablar tranquilamente algo antes de salir, es una buena “infusión” de tranquilidad antes de salir al ajetreo diario! No es lo mismo salir tranquilos que estresados ya desde inicio del  día.

  - Si son mayores (a partir de primero de primaria), podemos ponerles además alguna tarea de colaboración en la casa. No está mal que piensen que la casa es de todos y la hemos de dejar adecentada un mínimo. Es un buen criterio para  toda su vida. Aunque parezca mentira, correrán más. Cuanto más tiempo tenemos, más tiempo perdemos.

 - Cuando un niño no quiere poner de su parte, sufrimos todos. Si conseguimos que los niños quieran, siempre nos sobrará tiempo. Ciertos juegos pueden hacer que los niños quieran y estén muy motivados. Por ejemplo, dibujar el juego de la oca con ellos y colgarlo en la pared de la habitación. Si se levantan y visten en menos de  5 minutos (adaptarlo según el niño), tirarán el dado dos veces. Si tardan más, sólo tirarán una vez (siempre tiran, por tanto, el juego avanza siempre, pase lo que pase. Esto es importante, porque si en un juego no pasa nada, al final aburre). Si son dos hermanos y hay competición, aún es más emocionante.

Otro juego motivación:

Les podemos proponer a nuestros hijos  un reto: levantarse a la hora para salir a la hora exacta para llegar al cole. Es un reto familiar, que todos estén en la puerta a las X: X minutos para el despegue del cohete. Puede haber un encargado de anunciar la cuenta atrás. Avisará  a los 10 minutos antes de salir, diciendo: ¡10 MINUTOS PARA EL DESPEGUE! De nuevo avisará a los 5 minutos antes de la salida, diciendo: ¡5 MINUTOS PARA EL DESPEGUE! ¡ALERTA AMARILLA! (revisión de neceseres, mochilas, almuerzos…)
Finalmente dirá: ¡ALERTA ROJA: 1 MINUTO PARA EL DESPEGUE!   (ponerse abrigos, coger mochilas…) Y cuando queden 10 segundos empezará la cuenta atrás: 10, 9, 8… aquí el padre o madre tiene que ir abriendo cerrojos para que al decir “¡CERO! el cohete no tumbe la puerta.


ORGANIZACIÓN DEL TIEMPO:

A pesar de que el ritmo de vida que llevamos nos deja muy poco tiempo para estar con los niños resulta que no sabemos qué hacer con ellos cuando lo tenemos.  Cuando están desocupados y se aburren, acaban empleando el ingenio y la energía en molestar y procurar guerras a todos los de casa o bien  abusando de ordenador, maquinitas, televisión…

Con los hijos es mejor ir por delante, proponiendo y llevando una dirección,  que por detrás, reprochando o enmendando todos los errores o destrozos. Merece la pena invertir algo de tiempo en planificar; en el fondo, ganamos tiempo y nos ganamos a los niños.

Igual que los maestros no empiezan el curso sin una idea clara de lo que van a hacer ese año, sin una programación precisa de contenidos y actividades, nosotros, padres y madres, tampoco deberíamos empezar sin planificarnos. La organización es una de las claves del funcionamiento de las instituciones y empresas. El hogar es una pequeña institución.

Una manera de organizarse es confeccionar un horario. El horario en nuestra vida vendría  a ser  como el menú en la dieta. Cuando se piensa un menú, se estudia cómo distribuir los alimentos de manera que nos aporten de manera equilibrada todos los nutrientes que se necesitan. También  nos libra de antojos o caprichos y nos anima a comer ciertas comidas, que de no ser programadas, no tomaríamos nunca. Del mismo modo si pensamos un horario garantizamos un equilibrio en nuestras actividades, sin estar tan sujetos a las ganas o a olvidos.

Si empezamos con un horario para los días de cole, nos parece muy conveniente marcar:
  1. Una hora de acostarse y levantarse.
  2. Tiempo de colaboración en el hogar, con pequeños servicios.
  3. Tiempo de estudio.
  4. Tiempo de juego. También nosotros con ellos, aunque sean diez minutos. Esto une mucho y se crea un ambiente de confianza. Procurar también un diálogo personal con cada hijo.
  5. Tiempo de extras. No nos referimos a las actividades extraescolares, sino a unas actividades especiales en casa, por ejemplo, un taller de cocina,  un rato de manualidades, un rato de pintar letreros o inventar juegos que nos ayuden en nuestros propósitos… Indudablemente no pueden ser a diario, pero sí podemos encontrar un hueco a la semana para ir haciendo algo de esto. Por supuesto los fines de semana sí podemos encontrar huecos.

Una consecuencia positiva de llevar un horario es que se acostumbran  a un estilo de vida activo  y ordenado. Se evitan las largas tardes ociosas donde el sofá, los juegos de ordenador, el mal uso del móvil… vayan anulando las muchas capacidades que tienen.